Asociación Cultural Araseventos
  OFICIOS DE ANTAÑO
 

 

             EL TENDERO
 
Ser dependiente no es nada fácil, por el simple hecho de ponerse detrás de un mostrador, no significa que seas dependiente, para ser un buen dependiente lo primero que hay que tener es “mucha correa”, en segundo lugar un buen maestro que te enseñe a vender, tercero aprender a sonreír aunque no tengas ganas y por ultimo muchas horas de practicas.
   Yo Mismo, tengo algo de experiencia en estar detrás de un mostrador como dependiente y vender a una gran variedad de clientes, he vendido…….. De todo.
   Simplemente es hacer algunas comparaciones entre los dependientes de verdad y la actualidad, aunque si me apuras un poco te diría que hoy en día los dependientes no saben vender, están como figurines detrás del mostrador.
   Algunos de los más antiguos quedan todavía. El buen dependiente es el que vende, el buen dependiente es aquel que cuando entra un posible cliente ya lo esta controlando y preguntándole ¿¿Qué desea usted??
El merito de un buen dependiente esta en lo que vende al cliente, no en lo que el cliente compra.
   Si es un bar el camarero bueno, con los ojos y una sonrisa te está diciendo que vas a querer a la vez que te indica el rinconcito donde te vas a colocar y ¿¿de tapita que le pongo??
Pero cuando hay un camarero malo, tienes que estar gritando, ¡¡oiga por favor!! ¡¡Me pones una caña!! A la media hora te la pone y tienes que decirle tres veces que te ponga la tapa y encima ¡¡por favor!!
¡¡Claro te das cuenta donde NO tienes que ir la próxima vez!!
   Los dependientes de la escuela antigua, poníamos una música de fondo sin darle mucho volumen y agradable para los clientes y el aire acondicionado a una temperatura que no molestara, siempre atento a cualquier petición del cliente, si había que ir tres veces al almacén, ¡¡pues se iba y punto!!
   Actualmente las grandes multinacionales, obligan a sus empleados a poner la música-disco a un volumen muy alto y el aire acondicionado a todo trapo, si me preguntas ¿Qué objetivo tiene? La verdad que no te lo podría decir, (según me comentan, las estadísticas demuestran que con la música muy alta y el aire acondicionado también muy alto, las ventas aumentan hasta un 30%), las dependientes tienen orden de no acercarse a los clientes para no molestarlos, que cojan de los percheros las ropas y las toquen y elijan a su gusto, ni se te ocurra preguntar…. ¿¿tienes este color en esta talla?? La respuesta me la sé de memoria ¡¡no, lo que hay en el perchero es lo que queda!! (Aunque queden tres piezas iguales en el almacén).
   Los tiempos van cambiando, salvo las tiendas de grandes multinacionales y algunos comercios familiares, la amabilidad y la atención de las tiendas de las barriadas, están echando el cierre a favor de las grandes superficies.
   Al principio del tema comentaba que actualmente no quedan buenos dependientes……. ¡¡ni malos!! Cuando visito algún centro comercial, observo que solo hay cajeras, reponedores de estanterías, limpiadoras, repartidores, no esta el carnicero, porque la carne se corta dentro, se pone una bandeja ¡hala a elegir!, no puedes comprar un cuarto de carne para el cocido, ni medio kg de chuletitas, o compras un kilo de carne o nada, o sea “Ajo y Agua” ( AJOderse y AGUAntarse) o como las lentejas, si quieres las comes y si no........, tampoco esta el panadero, el pastelero, el ferretero , nadie que te pueda aconsejar según las necesidades, lees las etiquetas y eliges lo que quieras, no hay dependientes que te pueda recomendar un libro o un juguete para un regalo. De esa manera se esta acostumbrando al publico en general a que aprenda a comprar, porque sale un poco mas barato que enseñar a un grupo de dependientes a que aprendan a vender.
Cuando era dependiente, nos tirábamos todo un día haciendo un escaparate con toda la ilusión del mundo por lo bonito que había quedado, si llegaba algún cliente y te pedía algún articulo, que sabíamos que estaba en el escaparate ¡¡no dudábamos ni un segundo, en sacar el articulo e inmediatamente poner otro en su lugar.
   Actualmente la cosa a cambiado mucho, mi “cuñao” fue en diciembre a comprar unos zapatitos para su nieto, pero no había del numero que pedía, al salir vio en el escaparate que estaba el zapatito, volvió a entrar y le dijeron que…… ¡¡si, ya lo sabemos, pero no podemos sacarlo!!
¡¡Hasta el día ocho de Enero!! Era muy fácil, retirar el par de zapatos y poner otro par. Mi “cuñao” “munfadao” “muncabreao” puso el grito en el cielo y puso una denuncia, perooooooooo…………… se fue sin zapatitos.
   Cuando era mas pequeño (de edad) iba a por los “mandaos” a casa tío Jaime o Paco, Angelina María Paz, tambien iba a casa del  tío Fernando, como era hermano de mi Padre, pues nos daba “fiao”, los garbanzos, las habichuelas, las lentejas en sacos, las sardinas arenques en las cajas redondas, el jabón cortado al peso, habían unos mazos de manteca que tambien se vendían al peso, el vino, vinagre, aceite, en toneles y había que llevar las botellas de cristal, como no habían bolsas de plásticos, teníamos que ir cargado con la cesta de mimbre, ¡¡no vea como pesaba!!
 
Estamos en el siglo XXI, el trato directo y personal se ira perdiendo con el tiempo, en la actualidad muchos comercios tienen su pagina Web, donde el cliente tiene la ventaja de hacer las compras sin necesidad de salir a la calle, perdiendo con ello el contacto con el tendero del barrio y ese calor y ese "critiqueo" con los vecinos, en resumen vamos a la compra con la frialdad de lo moderno, entras en cualquier comercio y las dependientes te miran de arriba a abajo, como molestándose porque le has interrumpido la charla que tiene entre ellas o porque están hablando por teléfono con cualquiera.
   Donde se ponga nuestro pescadero, nuestro farmacéutico, nuestro tendero, nuestro frutero, o ese camarero que ya sabe como te gusta el café y las tostadas, por muchas multinacionales que existan al final vamos donde haya "calorcito"
Yo Mismo sigo comprando en las mismas tiendas de siempre,  las que quedan que son pocas, por aquello de........
                  MÁS VALE LO MALO CONOCIDO QUE LO BUENO POR CONOCER.
 
 
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EL MOLINERO.

  EL  trigo fue uno de los primero productos cultivados a partir de la revolución neolítica, convirtiéndose muy pronto en uno de los alimentos básicos en la cultura culinaria del hombre. El control de su producción y comercio ha dado desde muy antiguo un gran poder económico y social, por lo que siempre estuvo controlado o en manos del Clero, de la Nobleza o del Estado, que regularizaba su producción y distribución, y por consiguiente su precio.

En la Península Ibérica y en nuestra comarca aparecen restos Neolíticos de molinos de, mano de piedra caliza o arenisca para la molienda o molturación del grano, siendo cultivado en secano y especialmente en zonas con aguas fluviales o manantiales que permitían su regadío. En este período se aplica a la molturación el giro mediante el molino de tipo arcaico, a base de un cilindro o piedra plana que gira o se arrastra sobre un plano mayor y también el molino de mano. Bajo la dominación romana, la extensión imparable del trigo se vio detenida por la introducción de la vid y el olivo, productos fundamentales de la cultura y la economía mediterránea occidental, siendo su molienda realizada en molinos de tipo Vitrubiano, de rueda vertical movidos por agua (aceñas), por la fuerza animal o por el viento. En la Edad Media aparecen muchos molinos hidráulicos con rueda y mazas ante la necesidad histórica y cultural de machacar minerales (martinetes), fabricar papel y paños, triturar carbón, yeso, pimientos tostados para pimentón y grano para harinas y piensos, además de purificar arroz, siendo a mediados del siglo XII cuando los Cartularios los usan como batanes (molendinum draparium).
Bajo el dominio visigodo y en el al-Andalus fue autosuficiente la producción de grano para su abastecimiento. Los señores feudales pusieron franquicias a su producción y su importación. El transporte fluvial era básico por lo que en el siglo XIII ante la gran proliferación debida a la cultura árabe, se reguló la construcción de puentes, norias y molinos por la dificultad que suponía a la navegación fluvial, siendo los centros establecidos en la desembocaduras de los ríos los que ejercieron un monopolio sobre su comercio, lo que dificultó el desarrollo e implantación de molinos. La especulación fue causante de revueltas en las ciudades y de luchas sociales por su control.
En general, a partir del siglo XVI, los estados meridionales europeos pasaron a ser deficitarios en trigo y a depender de las importaciones de las zonas del Norte de Europa, así proliferan los molinos hidráulicos, aparecen en las zonas de interior los de viento o movidos por tracción animal.
En España, los Reyes Católicos desarrollaron una política agrícola, que apoyaba a la ganadería a expensas de la agricultura, ya que fijó una tasa del trigo a partir de 1535, obstaculizando el desarrollo de su cultivo, que benefició a la vid y el olivo, lo que provocó ante el déficit en la producción y la demanda de su consumo la importación del grano durante los siglos XVII y XVIII, hasta que se impusieron nuevos cultivos, en parte substitutivos del trigo (maíz, patata, arroz). Los molinos proliferaron en todas las ciudades, aldeas y caseríos ante la demanda de molienda. El trigo era importado a mejor precio que el que ofrecían desde Castilla por la dificultad de su transporte, por lo que la Corona intenta a partir de 1750 centralizar los pósitos, establece la libertad de comercio en 1756 y elimina la tasa del trigo en 1765, para así mejorar su estabilidad, no siendo hasta el siglo XIX con el aumento del rendimiento en las cosechas cuando se estabilizan sus precios, yendo pareja la proliferación de molinos y su alto valor económico, y es a partir de 1850, cuando el cultivo del trigo se retira hacia Castilla, frente al desarrollo de la vid y la diversificación de la agricultura, favorecido, además, por el aumento de las roturaciones provocadas por las leyes desamortizadoras. Durante el siglo XX, la estructura triguera española continuó siendo deficitaria en las zonas costeras y con excedentes en el interior. La superficie cultivada aumentó hasta 1936; protegida por la legislación. De 1939 a 1951 disminuyó o se mantuvo su cultivo y producción, período caracterizado por el racionamiento de pan, que al aumentar el consumo invisible o estraperlo, provocó la clausura temporal de los molinos maquileros con la retirada de las muelas en 1941, apoyando el desarrollo de las fábricas de harina y el almacenamiento en graneros y silos, controlado por el Servicio Nacional del Trigo, obligando a cerrar molinos sobre todo en las ciudades y aunque se levantó la prohibición en 1952 ante la presión del Grupo Nacional de Molinos Maquileros y de Piensos, en donde estaba integrada la Unión de Molineros Maquileros de la Región Valenciana, no recuperaron su actividad, siendo utilizados para la molienda de otros granos con el fin de obtener piensos, que los mantuvo unos años más, o siendo autorizados a moler como molinos en régimen de fábrica, hasta que el cambio económico y social y el abandono progresivo de la agricultura de abastecimiento y subsistencia ha producido la casi desaparición de la molienda artesana y del oficio de molinero o molinera.

Los molinos de nuestra comarca y limítrofes fueron molinos hidráulicos de rodezno, acogidos al régimen de cobrar una parte de la molienda como honorario de su trabajo, que solía ser el 10% de la harina molturada o un celemín por fanega, llamándole a este pago "maquila", de ahí la denominación de molinos maquileros. Se situaron en los ríos, ramblas y manantiales aprovechando su caudal para realizar el proceso de molturación que siendo sencillo y eficaz, comienza con el transporte del agua por la acequia o caz, directamente o acumulada desde una balsa o estanque, y entra en el molino cayendo al cubo o depósito mayor para que el flujo de agua sea constante, pasa por los saetines a la botana o compuerta reguladora del caudal, para que la molienda vaya a la velocidad deseada. Los álabes o cucharas reciben la fuerza del agua y el rodezno da vueltas transmitiendo al árbol la fuerza necesaria para mover y hacer dar vueltas a las piedras o muelas y al resto de poleas y hacer funcionar todos los mecanismos de transporte, limpieza, molturación, cernido y ensacado de harinas.
Podemos catalogar los molinos según su situación, empezando por los del río Turia y sus ramblas, río de Arcos de las Salinas, barranco los regajos, acequias y fuentes del pueblo. Río Turia, molino el marques, Río de Arcos de las Salinas, Molino la Herradura, Molino la Central, Molino Tío Juan Miguel, Molino Orchova, Barranco los Regajos, Molino la Jarra, acequias y fuentes, Molino Primero o del Tío Blas.
Como se puede ver, nuestra actividad molinera era la base de la economía cerealista que mantenía el abastecimiento de nuestras familias tanto de pan como de piensos con los que alimentar a sus animales y comerciar con sus productos. Posteriormente esta economía se transformó en otro monocultivo, la viña hoy casi desaparecida, apoyado con el almendro, base actual de nuestra economía.



Debemos por tanto conservar nuestras raíces y tradiciones por lo que se debería  potenciar la restauración y habilitación de los molinos para que sirvan como elemento dinamizador del Turismo de Interior y que sea una más para completar la oferta existente y sirva también como elemento tecnológico y cultural admirado por todos los que nos visiten.
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EL PELLEJERO

Los pellejeros de Chelva, hay un dicho que se decía en los pueblos de la serranía, “Cuando Cristóbal Colon descubrió América ya Había un chelvano allí comprando pieles, más tarde se decía cuando subieron a la luna, ya estaba Pedro Juan comprando pieles.Estos nombres, eran muchos más, que acaso ahora pudiera sonar un poco fuerte y despectivo, en los años cuarenta y cincuenta no lo eran tanto pues ellos mismos, cuando entraban en un pueblo, para que la gente se percibiera de su presencia, entonaban con fuerte acento y un remoquete final que les distinguía de otro cualquier transeúnte.
Recorrían las calles del pueblo repitiendo: ¡El pellejero ha llegado, señora! Y abriendo un poco la puerta de entrada decían: ¿Tiene algún pellejo de oveja, cordero, gato o conejo? ¡Aproveche que hoy los pago bien!
Con este ceremonial invitando a la venta, las mujeres principalmente, recorrían las cuadras y corrales donde podían haber dejado olvidado algún pellejo, y si no fuese por estos compradores no se habría aprovechado su poco importe.
La economía y subsistencia que regía en aquellos años se mantenía a base de estos pequeños ingresos, según rezaba un dicho popular: “un grano no hace granero pero ayuda al compañero”. En Mislata, Campanar y Chelva es donde se concentraba la industria del curtido, tan necesaria para abastecer a los muchos talleres de guarnicionería que trabajaban en el arreglo y confección de los aperos de labranza.
Del pellejo de la oveja, debidamente curtido, se conseguía una badanilla muy suave,
que era con la que se forraban las almohadillas de los aperos que tenían contacto con la piel de las mulas, defendiéndolas de las fuertes rozaduras que la presión del tiro producía.
Múltiple era la gama de material procedente de las diferentes pieles. Desde la más gruesa y resistente piel de vaca, que eran pocas, hasta la delicada y suave piel de cordero y conejo que se dedicaban a la confección de prendas de abrigo.
Pero volviendo al protagonista de toda esta industria, diré que casi todos vivían en las localidades antes citadas. Montados, cuando iban de vacío, por lo general en buenas mulas, recorrían las amplias montañas de la serranía de estas tierras de campos de secano y algunas huertas.
Para defenderse del gélido cierzo, se tapaban con una amplia manta de lana, calzoncillos de felpa en sus piernas, y la cabeza la defendían con un buen pasamontañas.
De esta guisa, recorrían todos los pueblos y caseríos por pequeños que fuesen y en algún caso hasta los corrales de los montes. En estos cercados de tapial y bien bardados para la defensa de los lobos, se conseguía una pujante ganadería ovina, base de la economía de muchos pueblos.Como su alimentación dependía, casi exclusivamente, del aprovechamiento de la hierba y cuando no llovía, escaseaba el sustento y se preparaba una buena mortandad.A este desastre se le llamaba vulgarmente “la pellejada” pues al sufrido ganadero no le quedaba otro ingreso que la venta de las múltiples pieles de sus enflaquecidas reses.
Su carne no servía más que para mantener los muchos buitres, que se desplazaban de sus criaderos de la montaña.
Ante esta contrariedad, que se repetía con demasiada frecuencia, el buen humor no faltaba y había un dicho un tanto chusco que decía:Enero las quita el sebo
febrero las descoyunta
ellas mueren en abril
y a marzo le echan la culpaHasta estos corrales, situados a veces en lo más intrincado del monte, llegaban los pellejeros. Incluso ayudaban al amo o pastor a bajar de los tirantes de la tenada los muchos pellejos allí almacenados.
Con estos mudos testigos de la tragedia, se contabilizaba el número de bajas y, cuando se trataba de pastores contratados, se autentificaba la pérdida con la marca que todo ganadero tenía en las orejas de su rebaño.
Muy ingeniosas eran las marcas que cada ganadero tenía. Unos cortaban un pequeño trozo de oreja en forma de triángulo en la oreja derecha, otros en la izquierda; unos un simple corte en la punta de la oreja y otros en la parte baja. Incluso algunos, con un sacabocados, horadaban la misma en diferentes sitios.
Esta marca en la oreja era obligatoria para demostrar al amo todas las muertes, como justificante. Incluso cuando el lobo devoraba la res en su totalidad, siempre quedaban las orejas que, por tener poca carne, no comía y servían de testigos.
En la Pastorada, una representación religiosa que se daba por Navidad, en la parte de las ofrendas, el que hacía de jefe de pastores, regalaba una buena cordera como presente al Niño Dios.
Ésta iba a engrosar el rebaño comunal, que en muchos pueblos ganaderos, mantenían con estos ritos.
Recuerdo unos versos de esta representación pastoril que decían:La cordera no es muy grande
ni tampoco muy pequeña
la lana que tiene es poca
la poca que tiene es buenaSe la entregué al buen pastor
que sepa dar cuenta de ella
y si acaso se le muere
que pague con la “pelleja”Los pellejeros no sólo compraban, sino que sobre el lomo de sus mulas traían unas bien surtidas alforjas, con productos de poco peso y volumen. Sabían muy bien que por su rareza y condicionamientos sociales, no se vendía en los comercios de entonces, poco especializados.
Traían en abundancia carillas, especias como anises, cominos, nuez moscada, canela y pimienta cuyo fuerte olor del que venían impregnados, les servía también para ahuyentar las moscas.
Como muchas pieles, las compraban recién desolladas, para que se secaran, las tendían sobre las secas, pero no impedía que una nube de moscas les siguieran, atraídas por el olor desagradable que desprendían.
Además de este antídoto oloroso que llevaban, su higiene personal era bastante aceptable y para librarse del carbunco, que alguna mosca pudiera contagiarles, no conocí a ninguno que no llevara un buen anillo de oro.
También vendían piedras de los mecheros tan útiles y tradicionales, que el buen fumador usaba especialmente en el campo. La chispa que sacaba la ruleta de la piedra, se clavaba rápida en el conjunto de algodón que contenía la mecha y producía una buena brasa.
Ya podía venir un fuerte viento, tan frecuente en estas tierras de la serranía valenciana, y los pueblos lindantes de cuenca y Teruel, que el cigarro se prendía con mucha comodidad, por eso el dicho no exento de lógica, de que con estos mecheros “se daba por culo al aire”.Nuestro protagonista, que salió montado en su mula, vuelve andando delante de ella con el ramal terciado en sus hombros. Sobre la cabalgadura lleva un montón ingente de pellejos, fruto de sus desvelos y fatigas por esta zona, de lo que vive y mantiene a su familia, con la que convivirá unos días, pasados los cuales volverá a un nuevo viaje.Asociación Cultural Araseventos.Fernando Pérez
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EL PANADERO                               

Para conocer los orígenes del pan debemos remontarnos a un pasado remoto, el descubrimiento fue casual, nos situamos en la Época Neolítica, un antepasado del hombre conoce ya las semillas y cereales, y sabe que una vez triturados y mezclados con agua, dan lugar a una papilla. Este hombre olvida la papilla en una especie de olla, al volver encuentra una torta granulada, seca y aplastada, el primer pan acaba de tomar forma. Desde ese momento, el pan ha estado unido a la evolución del hombre, ha estado presente en conquistas, revoluciones, civilizaciones, descubrimientos, es decir formando parte de la cultura universal del hombre.
El alimento de los egipcios pobres se componía principalmente de pan y cebolla -de ahí el famoso dicho- "Contigo, pan y cebolla".

La evolución en la panificación se produjo de forma importante durante esta civilización, ya que fueron los egipcios los que descubrieron la fermentación y con ella el verdadero pan, el pan fermentado. El pan sin fermentar -sin levadura- se denomina pan ácimo. Se puede decir que el pueblo egipcio consolidó las técnicas de panificación y creó los primeros hornos para cocer el pan, en este sentido en el año 4000 A. de C. fue desenterrado un horno en las excavaciones próximas a Babilonia.
En un principio, en el pueblo romano se restringe la elaboración del pan. Preferían alimentarse de gachas y papillas; el pan se consideraba por el pueblo como algo ajeno, nada alcanzable; sólo aparecía en las comidas de los señores pudientes. Los romanos mejoraron los molinos, las máquinas de amasar, y los hornos de tal manera, que, hoy en día se denomina "horno romano" al horno de calentamiento directo. Roma propagó la cultura del pan por todas sus colonias, excepto en Hispania, donde la existencia del pan era anterior a la colonización romana; los celtíberos ya conocían las técnicas de amasar y panificar el trigo.
En muchos lugares de Europa los monasterios se convirtieron en los principales productores de pan.

El pan blanco, en esta época seguía siendo signo de prestigio social, sólo accesible para clases ricas y pudientes. A finales siglo XVIII, progresa de agricultura, las investigaciones sobre la harina y se consigue la mejora en técnica del molino; aumenta la producción del trigo y se consigue una harina mejor. El precio del pan baja al aumentar la oferta y el pan blanco (antes solo para determinadas clases sociales) llega a toda la población.
En la España mozárabe el cultivo de cereales, que no era extenso, era suficiente y por esto el pan era el alimento base de la dieta cotidiana; en cada casa, el ciudadano amasaba el que iba a ser su futuro pan, le ponía una marca que lo distinguiera y lo llevaba a cocer a los hornos públicos, el panadero cobraba una tasa por ello. Durante esta época se consumía pan blanco y el llamado "pan rojo", un pan más tosco, formado por harina y salvado.
En España especialmente en la zona mediterránea, existen gremios de panaderos desde hace más de 750 años. En el año 1200 consta la existencia escrita del gremio de panaderos de Valencia, pueblos de la Serranía Valenciana, Chelva, Alpuente y sus Aldeas, Villa de Aras de los Olmos, existe un horno, auténtico monumento, Horno Medieval, verdadero tesoro histórico. Data del siglo XIV. Comenzó su actividad en 1351 y se dejó de utilizar hace tan solo 50 años, pero hay muchas historias en cada uno de ellos.Con vino añejo y pan tierno se pasa el invierno.Bocado de pan, zaguilla de queso y de la bota un beso.El pan de centeno para tu enemigo bueno.Pan candeal, pan celestial.El muerto a la mortaja y el vivo a la hogaza.Quien no da migas, no tendrá amigas.Pan rebanado sin vergüenza es masticado.Pan y agua, vida hambrienta o vida sana.Pan de ayer y vino de antaño mantiene al hombre sano.Pan que sobre, carne que baste y vino que no falte.Quien de mano ajena come pan, come a la hora que se lo dan.
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HERRERO

El oficio de herrero es uno de los más antiguos que se conocen. Hasta que hiciera su aparición la mecanización del campo a mediados del siglo XX, sus técnicas de trabajo se mantuvieron sin grandes variaciones a lo largo de casi 4.000 años. Los instrumentos que eran necesarios para este trabajo eran la fragua, donde se calentaba el metal sobre las brasas del fogon, manualmente para avivar continuamente el fuego; y el yunque, donde el herrero golpeaba el hierro hasta darle la forma deseada. Además estaban las tenazas, la piedra de afilar, la lima o el taladro de mano.
Entre todas estas herramientas crecieron los herreros de Aras Eliecer, Adolfo, hermanos, Cesirio, y Juan, total cuatro herrerías. Eran los duros años de la posguerra y compaginaba el trabajo de herrero con el de agricultor: Con el paso del tiempo, pudieron dedicarse casi por completo al trabajo en la fragua. ’Tenía por entonces 24 o 25 años y la forma de trabajar era todavía totalmente artesana. No había electricidad y, por tanto, todo se hacía a mano. La soldadura era por forja, se cortaban las piezas con tajadera –a golpes–, y el taladro y la piedra de afilar funcionaban con “motor de alubia. Además te dejaba suave el tirar todo el día de fuelle”.

Otra dura tarea consistía en producir su propio carbón vegetal, que sacaba de los montes cercanos: “Te llevaba varios días cortar la leña. Esto se hacia a hacha, y, si por fortuna te acompañaba alguien, con tronzador. Luego metías la leña en una hoya –agujero– que habías excavado en el monte y lo prendías poco a poco hasta que lo tapabas. Así lo dejabas dos días, haciéndole alguna visita para ver cómo iba todo. Al final, si todo había ido bien, llevabas el carbón en sacos hasta el pueblo”.
La función principal de los herreros de aquella época era la de elaborar, pero sobre todo arreglar, toda clase de herramientas y piezas: desde las destinadas a las tareas del campo –picos, hachas, azadas, azuelas, palas, arados, ruedas de carro–, a las destinadas para la construcción de las casas –rejas, barandillas– y necesidades domésticas –utensilios de cocina, estufas, llaves–. Además de todo esto, hacían también las de herradores de los animales de labranza o arrastre de madera del pueblo.
Debido a la variedad de piezas y utensilios que producían, la fragua era un importante lugar de reunión para los hombres del pueblo. En este sentido: “Había un dicho popular que decía: ’día de agua, taberna o fragua’; y así era. En aquellos tiempos no había televisión y a veces se juntaban en las herrerías hasta 10 tíos mientras el herrero trabajaba. Unos miraban, otros hablaban y algunos aprovechaban para afilar su herramienta o tirar de maza”.
Con el paso del tiempo y la entrada de la electricidad en el pueblo, las características tradicionales del oficio fueron cambiando. Así, por ejemplo, la sustitución del fuelle por el ventilador eléctrico supuso la desaparición de uno de los elementos ancestrales de la fragua. Lo mismo sucedió cuando se incorporó el motor al taladro o a la piedra de afilar. A la par que esto sucedía, la labor de los herreros fue paulatinamente asumida por la industria, como otros muchos trabajos, de los herreros de Aras, ya no quedan ninguno todos fallecieron, y los hijos no siguieron el oficio “la producción industrial no es comparable ni en calidad, ni en fortaleza, ni en belleza con los productos artesanos del herrero. Lo que ocurre es que sus precios son mucho más baratos y la mayor parte de la gente ya no valora el trabajo que realizaban, ni comprende sus costes. Pero bueno, lo mismo le ocurre al resto de artesanos”.
Estos, entre otros, factores han contribuido a la práctica extinción de un oficio que nos ha dejado como legado infinidad de piezas y herramientas que aún se mantienen en perfecto estado en muchos de los pueblos de nuestra tierra, y que los coleccionistas de antigüedades los buscan para museos, dice el refrán, uno se acuerda de Santa Barbará cuando truena, esto es lo que pasa cuando uno le falta algo que tenían los herreros, uno se acuerda.
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 HOJALATERO REMEDON

Hojalatero y Remendón. Oficio prácticamente desaparecido en estos días; muestra los trabajos en hojalata muy utilizados antiguamente en utensilios de cocina y otros menesteres. Todavía se sigue empleando la hojalata en muchos de los envases para conservas, principalmente en los que tienen que soportar, después de su cierre hermético, un proceso de esterilización en autoclave, pero la fabricación de este tipo de envases está tan automatizada que la labor del operario se limita a alimentar de materia prima la cadena de producción, pulsar botones de la maquinaria y recoger el producto terminado al final de la cinta transportadora. Trabajo rutinario que, tras una breve explicación por un oficial, puede realizar cualquiera.
El técnico y sus auxiliares han sustituido al artesano. El hojalatero de taller (estaba también el hojalatero y remendón ambulante), debía imprescindiblemente de tener unos profundos conocimientos de geometría y de cálculo. El señor Juan Domínguez los tenia sobradamente ya que lo hacia todo y reparaba todo así apareció en Aras. En el corral del molino, con su familia, subidos en el carro tirado por un macho, allí se quedaron varios noches a dormir, y por el día a iban a reparar utensilios y a vender, hasta que se alquilaron una casa en el pueblo y se quedaron a vivir.
Téngase en cuenta que de hojalata o de zinc eran las medidas de capacidad para líquidos, y, en consecuencia, recibía encargos de recipientes que, además de ser de una determinada forma geométrica su contenido debía de ajustarse exactamente al litro, la arroba o sus fracciones respectivas de medio, cuarto y octavo.
Con estos recipientes se medía el aceite en las tiendas, la leche en las lecheras y el vino en las bodegas. Por lo tanto su trabajo había de ser de una precisión milimétrica. Para ello debía valerse y saber manejar herramientas tales como el calibrador o pie de rey, el compás, la regla, la escuadra, etc. y, al mismo tiempo, realizar complicadas operaciones aritméticas aplicando fórmulas que bien pueden considerarse de matemática superior. El señor Juan Domínguez lo dominaba.

En el taller del hojalatero se fabricaban una gran variedad de utensilios para muy distintos fines; como por ejemplo: cántaros para leche o aceite; vertedores para las tiendas de comestibles; baños medianos para fregar la vajilla cuando en las casas no había agua corriente; grandes recipientes para el aseo de toda la familia en las viviendas que carecían de cuarto de baño, que eran la mayoría hasta muy avanzada la segunda mitad de este siglo; bombas manuales para la extracción de líquido de los bidones; artilugios para la fabricación de churros; embudos, candiles, faroles, alcuza, el jarrillo de lata tenía la virtud de la frescura en verano para beber el agua, ya fresca de la tinaja de barro que la contenía. Una tinaja con tapadera de madera, comprada a los aprendices de carpintero (cada cual se las buscaba como sabía y podía), que ocupaba un rincón de la humilde cocina sin agua corriente de las casas de patio con un grifo común, lo mismo que el retrete, el que no tenia iba a la cuadra o al corral.
Pero tenía un inconveniente: lo caliente…, en fin; la lista se haría interminable. Toda una cacharrería hojalatería que ha desaparecido; unas por no tener ya aplicación y otras por emplearse para ello nuevos materiales; como el plástico, por citar alguno. El hojalatero o remendón ambulante; mejor dicho: el latero. Aquel de la caja de madera para las herramientas y el material, que portaba con una correa de cuero colgada a un hombro; el del anafe encendido y alimentado con tablillas y virutas, del que sobresalían los mangos de madera de una par de soldadores de cobre y cuyas cabezas estaban enterradas entre las brasas, anafe provisto de un asa larga de alambre y que llevaba bien aferrada a una mano; el latero que recorría las calles y las plazas de los pueblos pregonando a voz en grito sus servicios.
Allí donde era requerido improvisaba su taller; ya fuera un patio de vecinos, un portal o la misma calle. Sentado en el suelo, abría la caja y avivaba el fuego del anafe. Con mirada experta analizaba concienzudamente el cacharro a reparar; pongamos por caso una olla de porcelana con una picadura en el borde del fondo.
Lo primero que hacía era sanear la parte picada, para lo que se valía de una lima basta hasta dejar lustroso y brillante los bordes del agujero; luego, de un tarrito que llevaba adosado a uno de los lados de la caja, sacaba un rudimentario pincelillo impregnado en ácido clorhídrico, previamente rebajado diluyendo en él trocitos de chapa de cinc, y con el cual humedecía la parte saneada.
Después cogía uno de los soldadores del anafe, limaba suavemente el filo del cobre por ambos lados y le daba una pasada por la pez rubia contenida en la tapadera invertida de una caja de crema para zapatos.

Con el soldador limpio y casi al rojo vivo en una mano y la barrita de estaño en la otra, los acercaba a la parte averiada del cacharro derritiendo sobre ella unos goterones de estaño que iba extendiendo cuidadosamente con el soldador hasta cubrir el agujero; si éste era muy grande recortaba con las tijeras un trocito de hojalata que soldaba en el mismo a modo de remiendo.
El trabajo se cobraba, como es lógico, en función del material y el tiempo empleado, y que se concertaba de antemano tras el consabido regateo, pues este oficio de latero ambulante era propio de gitanos, y ya se sabe con qué gusto y gracia ejercen los hombres de esta raza el chalaneo. Pero personas muy listas, en la serranía valenciana sobre los años 1950, apareció una familia con un carro y un macho que le gusto el pueblo y se quedo, hacia el recorrido por los pueblos, y volvía otra vez a Aras, personas humildes pero muy buenas, nadie hablaba mal de ellos, aquí hicieron su familia, 3 hijos y una hija, los saco todos adelante, porque el señor Juan Domínguez y su esposa Josefa eran unas personas muy listas y muy educadas, persona que para todo el pueblo era como un ingeniero todo lo arreglaba ,una familia más del pueblo hasta que se jubilarán, y faltaron ellos, los hijos vienen alguna vez por el pueblo la hija tiene casa, aunque vive en Francia, pero viene y pasa varias semanas en Aras
 
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